Isla Juan Fernández Chile
Cabalgando por los paisajes de Robinson Crusoe
El circuito que cruza la isla principal de Juan
Fernández de un extremo a otro, se puede recorrer a caballo o en mula, es la
mejor forma para ver todos los paisajes de este rincón de Chile, donde se
mezclan escenas casi desérticas y selvas tupidas en unos cuantos kilómetros.
En la Isla se puede encontrar Guido Balbontín,
isleño es de pelo largo, sombrero vaquero, que lo encontrará en el aeródromo
con sus animales listo para montar. Al llegar el turista se encontrará con un
pórtico de madera con letras talladas que dice: "Bienvenido al Parque
Nacional Archipiélago Juan Fernández".
-Toda la isla, a excepción del pueblo y del
aeropuerto es, Parque Nacional.-
Al ir avanzando en las cabalgaduras se
ingresa a un sendero que peina la quebrada. Alrededor no hay nada: árboles ni
flores. Nos encontraremos con otro cartel que dice: "Tierras
Blancas", lo que se explica que le suelo que vemos: es totalmente blanco.
A poco andar la huella se hace estrecha y se
transforma en un acantilado flaqueando por el mar en ambos costados (adrenalina
pura). El viento en el sector es fuerte y empuja. Cerca se escucha el rugir de
la fauna local: El lobo fino de dos pelos es una especia endémica de
Robinson Crusoe - la principal isla del archipiélago- y se caracteriza por su
agilidad y saltar.
Cuando ya
lleve unos 30 minutos de cabalgata el paisaje cambia la tierra se vuelve tan
amarilla que parece el Desierto de Atacama. Al llegar al mirador de Punta
Chupones, el mejor lugar para observar Santa Clara, la isla más pequeña del
archipiélago.
Al ingresar a Bahía Chupones.
Aparecen plantas de baja estatura y también el cadillo o trun, flor redonda que se pega como velcro en la ropa. Pasada la bahía aparece el mirador Punta Larga con vista a Vinilla, islote que es el hogar de la preciada langosta, lo explican las trampas que hay -señaladas con boyas- y el bote con pescadores que la ronda.
Cerro Yunque, el más alto de la isla (915 metros) se impone como una lápida empinada y tapizada de verde. El cerro destaca por la forma de su cima, con un corte horizontal en vez de la usual silueta cónica.
En su corona se alcanza a ver la chonta, palmera endémica de Juan Fernández que se desparrama por los sectores más altos de la isla dando un aspecto jurásico.
El valle
tres puntas, se llama así por un cerro que tiene tres cuernos filudos. En este
sector, el paisaje cambia radicalmente se ven arbustos de mora, maqui y
zarzamora. También hay cicuta, planta venenosa que tiene un fruto pequeño.
Pequeña historia: Sócrates, el filósofo que murió envenenado con esta planta.
Valle Villagra: Todos los años la primera semana de febrero se
realiza el rodeo un encuentro de mezclas de tradición y fiesta. "El pueblo
se moviliza con carpas, niños, caballos y perros, y durante tres días se
come chivo, conejo y pescado y se toma empoleado, mezcla de aguardiente con té
de poleo, una hierba silvestre".
Ruta final
Pasando Villagra el paisaje cambia nuevamente. Aparecen árboles en todas partes: el Canelo, Juan Bueno, Naranjillo y también la Luma, que es muy particular: su tronco es delgado, blanco y ondulado. Según el guía su hija lo imagina como una bailarina de ballet.
Mirador de Selkirk
Aquí es posible tener una panorámica hacia ambos extremos de la isla. El nombre del mirador se debe a que, Alejandro Selkirk esperaba ver algún barco lo sacara del abandono (el marinero escocés vivió solo en la isla durante cuatro años y cuatro meses, y su historia inspiro el Robinson Crusoe del escritor Daniel Defoe).
El último tramo hay que hacerlo a pie ya que es peligroso bajar a caballo. El sendero mejora justo en una caída de agua que sirve para refrescarse antes de montar de nuevo a caballo. Al ingresar al pueblo la Bahía Cumberland, el mar y sus botecitos, justo a la hora del atardecer.
Datos
Tiempo estimado de cabalgata: de cuatro a cinco horas.
Llevar: ración de marcha, agua y cortavientos.
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