Pablo Neruda y sus Casas en Chile
El mundo construido por Neruda
El 12 de julio de 1904, en la pequeña localidad
agrícola de Parral, en la Región del Maule nació Ricardo Eliezer Neftalí Reyes
Basoalto.
Durante años publicó poemas y artículos, pero hubo
que esperar hasta 1921 para asistir al nacimiento de Pablo Neruda, el más
grande poeta chileno del siglo XX. Entre sus obras más destacadas
mencionaremos: Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada, en 1924, Canto
General en 1950, los Versos del Capitán en 1952, Odas Elementales 1954, Libro
de las Preguntas y Confieso que he Vivido (ambos póstumos, 1974).
A 42 años de su muerte, un recorrido por las casas
que mantienen aún su encanto en Isla Negra, Santiago y Valparaíso. Donde
encontraremos espacios llenos de su personalidad, donde él nos presentará sus
colecciones que reunió a lo largo de su vida donde podremos descubrir que aún
mantienen su encanto. Este recorrido nos llevará por sus casas de Isla
Negra, La Chascona y La Sebastiana donde en un viaje a un mundo, lleno de
expresión, mágico y sorprendente.
Casa de Isla Negra
Las dos grandes alas de la casa de Isla Negra están unidas por un arqueado de piedra, material predilecto de Neruda
En el comedor, todos los individuales tienen el diseño de un barco menos el que usaba Neruda, el capitán, tenía instrumentos de navegación.
Pablo Neruda
-Nobel chileno que además de poeta fue navegante en tierra, diplomático,
barman, político, anfitrión y constructor, nacido en Parral en 1904 y muerto en
Santiago hace 42 años- se casó tres veces, tuvo una hija y cuatro casas en las
que se rodeó de decenas de miles de objetos comunes y curiosos con los que creó
universos cotidianos tan ricos como su mundialmente célebre poesía.
La
arquitectura de sus casas fueron hechas en base a objetivos puntuales: para un
proyecto de escritura, como en el caso de Isla Negra y el Canto General; para
formar un nidito de amor con Matilde Urrutia en el Barrio Bellavista, como fue
La Chascona; o para un descanso de Santiago como lo fue la Sebastiana en
Valparaíso.
Cuando
comenzó a escribir Confieso que he vivido fue cuando encontró en Isla Negra una
casa de piedra frente al océano. Esta casa tiene una vista espectacular al mar
que la caracteriza. Hoy en día la construcción alcanza los 500 m2 gracias a
posteriores ampliaciones en piedra y madera, los materiales favoritos de
Neruda, que se diseñaron no con la estética naviera de la primera etapa sino
imitando a un vagón de tren en recuerdo del padre de Neruda, empleado
ferroviario.
En Isla
Negra Neruda escribió la mayor parte de su obra. Es donde se encuentra la más
grande colección de objetos, ese mundo paralelo a su legado lírico que él se
resistía a definir como colección, pues se autoproclamaba un
"cosista", lo que quedó registrado en la Oda a Las Cosas: "Amo las cosas,
loca...
En Isla
Negra hay inventarios de más de 3 mil 500 objetos.
La Chascona
En los
faldeos del Cerro San Cristóbal de Santiago nos encontramos con La Chascona,
esta casa fue concebida precisamente como escondite. Antes de terminar su
matrimonio con Delia del Carril, Pablo Neruda inició la relación con la
cantante chilena, nacida en Chillán, Matilde Urrutia, la pelirroja de cabellera
desordenada a quien estuvieron dedicados los románticos Versos del Capitán,
escritos en Capri en una estada de la pareja de seis meses.
En 1952
Neruda compró el terreno de fuerte pendiente en el Barrio Bellavista.
En La
Chascona fue velado Neruda tras su muerte en la Clínica Santa María, el 23 de
septiembre de 1973.
El bar de La Chascona está
acompañado por el "padre literario" de Neruda, Walt Whitman.
La Sebastiana
Se ubica en
el cerro Florida de Valparaíso, el nombre de esta casa se debe a su primer
dueño, Sebastián Collado, quien nunca la habitó pues murió cuando aún estaba en
obra gruesa.
El sentido
lúdico fue un ingrediente fundamental en el método de habitar de Pablo Neruda.
Habituales eran sus disfraces, los pasadizos secretos donde sorprendía a sus
invitados, su título de capitán en la cabecera en la mesa, dirigiendo a su tripulación
de comensales para quienes ordenaba preparar variados menús que no debían
repetirse.
Las casas de
Neruda son sus otros versos. Espacios que complementan la comprensión de su
obra, y sobre todo, de quién fue capaz de gestarlas.
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