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Volcán Osorno, Chile

Elegido el más imponente volcán del planeta, el Osorno se muestra honesto y sin misterios. Pero no hay que confiarse. Bajo su verde manto de bosques alberga encantos que pasan desapercibidos.
Este maravilloso volcán fue elegido como el más importante del mundo, superando incluso a otros tan renombrados como el monte Fuji en Japón, o el temido Kilimanjaro en Tanzania. Para mí que lo observo diariamente no me extraña todo estos adjetivos: esta perfecta montaña dormida realmente impresiona con su belleza.
Ubicada en la Región de Los Lagos con 2.652 m de altura, el Volcán Osorno es motivo de admiración y asombro de miles de turistas que llegan cada año a explorar los rincones del sur. Y es que todo aquel que visita los lagos Llanquihue y Todos Los Santos queda enmudecido bajo la atenta mirada de este gigante, que bajo sus faldas esconde tesoros muchas veces olvidados por quienes hacen el típico circuito Puerto Octay, Frutillar y Puerto Varas y la tradicional visita flash a los Saltos del Petrohué. Un recorrido circular por sus bosques y alturas, nos devela los encantos y secretos que se cobijan al alero de este macizo.
Paso desolación: En sus faldas vemos que, cual Mona Lisa, no podemos sacarnos su mirada de encima.
En vez de esconderse, nada mejor que enfrentarse cara a cara con este gigante.
En la parte oriental del volcán nos encontramos con el refugio la picada, a 11 kms de Puerto Klocker, desde donde emprendemos rumbo hacia un lugar próximo a su cima.
Ahí, entre bosques de coigües y lengas, nos acercamos lentamente al corazón de esta montaña, hasta alcanzar los 1.100 m de altura, lugar desde donde se obtienen vistas perfectas de los bosques que lentamente dejamos atrás. Aquí se distinguen las rutas que alguna vez que siguió la lava que quedaron inmortalizadas en la tierra tras la última erupción por allá por 1869.
Unos fierros que se divisan desde el camino son los únicos vestigios que atestigua la extinta presencia de un centro de esquí, que sucumbió con el terremoto de 1960. Desde este lugar, la cima del volcán se divisa menos imponente; pero que su vista no lo engañe, pues lo que pareciera ser un par de metros son en realidad unas cuantas horas hasta su cumbre. Y ojo, que este volcán es traicionero, porque bajo esas nieves eternas que invitan al paseo se esconden cientos de grietas en las que muchos han desaparecido.
Mejor seguir rumbo al Paso Desolación -que conecta La Picada con Petrohué-, en el que, tal como su nombre lo indica, la naturaleza verde y expresiva desaparece abruptamente para dar paso a la soledad de las rocas volcánicas. A lo lejos, después de tres horas de caminata, un manto turquesa nos indica que se acerca la recompensa: Una increíble panorámica del Lago Todos los Santos con el emblanquecido volcán Tronador como telón de fondo. Desde este lugar, un buen mate bastaría para ser feliz. Pero la ruta debe continuar, y el descenso siguiendo al mismo sendero, ahora hacia el lado opuesto del volcán, otro tesoro natural nos espera: los Saltos del Petrohué. 
La estrella de la zona: Una vez que estos desolados paisajes quedan atrás, nos internamos en un sendero boscoso. Hay que tener cuidado y estar atento a la huella del camino, pues es fácil perder el rumbo y terminar en otro lugar.
Pero una vez en la senda llegamos a Petrohué, a orillas del lago Todos los Santos, una pequeña localidad cercana al lugar estrella de esta zona: los Saltos del río Petrohué, visitado por miles de turistas.
Aquí la presencia del volcán nuevamente se hace sentir: las esmeraldas aguas del Petrohué chocan con fuerza contra formaciones volcánicas desde hace 600 años recordándonos que aún estamos en los dominios del volcán Osorno y que a pesar de su prolongado letardo, en cualquier momento podría despertar.
En los alrededores, bosques de selva valdiviana demuestran su poderío y nos avisan que no solo el volcán es dueño y señor de estos lugares, que forman parte del Parque Vicente Pérez Rosales, el más antiguo de Chile, declarado en 1926.
Encantos ocultos: A solo 10 kms del lugar aparece Ensenada, pequeña localidad que fue un enclave estratégico en la ruta comercial que se establecía entre Chile y la Patagonia argentina durante el siglo XIX. Desde aquí, el volcán ya nos muestra otra cara, una más amable y más nevada que la que divisamos durante el Paso Desolación. Un camino de ripio la une con el pequeño pueblo de Cascadas, ubicado a 36 kms de Ensenada.
Considerado uno de los trayectos más hermosos de la zona, la grandeza del volcán Osorno pelea firmemente con los bosques de coigües, nalcas y helechos que se mecen junto al lago Llanquihue, y la ancestral contienda entre la actividad humana y la naturaleza aquí parece haber sido ganada por esta última; al menos así lo evidencian la cascada de agua y los árboles que se apoderan del camino. La vista sería impecable sino fuera por las salmoneras, que ensucian de tanto en tanto la vista del Lago Llanquihue.
Ahí luego de una hora de recorrido, llegamos a Cascadas, un pequeño pueblo que podría decirse que es el mejor secreto guardado de esta zona, cuyo corazón alberga un espectacular salto de agua de casi 50 mts, a solo 20 kms de caminata.
En sus laderas también se halla uno de los circuitos de canopy más largos de Latinoamérica, con 2.000 mts. Nada mejor que finalizar por los aires este recorrido. Ahí a 100 mts, en medio de un acantilado rodeado de bosques, se divisa a lo lejos el lago Llanquihue. Miramos hacia atrás y ahí está, siempre imponente, la eterna mirada del volcán, sobre nuestras cabezas, recordándonos que a pesar de dar la vuelta, de mirarlo tan cerca de frente, bajo sus verdes faldas boscosas aún hay sorpresas.




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