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El Ferrocarril Austral Fueguino desde Ushuaia

Tren Del Fin Del Mundo

En un mismo día, puede brillar el sol, nublarse repentinamente, llover y nevar. Así es Ushuaia, ciudad Argentina entre las últimas montañas Cordillera de los Andes, En el extremo sur del continente y a orillas del Canal Beagle. Aquí el frío se luce, el viento helado pega con fuerza en los oídos y enormes montañas de picos puntiagudos y nevados acogen en sus faldas casas de coloridos techos y fachadas.
Es la ciudad más austral del mundo  -sí, más que Punta Arenas-, donde se combinan el encanto y la calidez de las provincias sureñas. En Ushuaia casi no hay semáforos y permanece la acogedora costumbre de saludarse con todos.

Caminando por San Martín, la calle principal se puede encontrar de todo y no es exageración, locales de productos y artesanías típicas de Argentina. Ushuaia da la impresión al turista de ser una ciudad cosmopolita de 60 mil habitantes. En una misma cuadra es fácil escuchar saludos en inglés, francés o italiano; gran parte de sus habitantes llegaron atraídos por los empleos de electrónica y energía.
Museo y tren del fin del mundo
Los primeros vestigios del hombre en la Patagonia datan de unos 6.800 años. Se saben que andaban desnudos por estas heladas tierras y para soportar el frío se untaban el cuerpo con grasa de lobo marino. El Museo del Fin del Mundo es un alto necesario para quienes desean conocer historias como esta y algo más. Están fotografías y herramientas de los indígenas yámanas, selkman y manekenk que poblaron la zona. También, objetos encontrados en el fondo del mar luego del naufragio de las primeras embarcaciones que se atrevían a navegar por los mares del sur. Como  el Monte Cervantes, que desembarcó en Ushuaia hace más de 70 años con 1.200 tripulantes y encalló en islotes cuando viajaba a Buenos Aires. 
Una leyenda local inspirada en el amor prohibido de dos jóvenes indígenas habla del calafate, un arbusto espinoso que crece en Tierra del Fuego. El mito dice que quien coma de su fruto vuelve a la región.
 Para conocer el calafate se pueden probar sus mermeladas, helados y licores.
El Ferrocarril Austral Fueguino
Las salidas del Tren del Fin del Mundo se hacen en distintos horarios, especialmente, durante la temporada alta.
Siguiendo el mismo recorrido que hicieron los presidiarios décadas atrás para cortar los árboles, de los cuales obtenían leña y madera para construir casas.
Desde la Estación Fin del Mundo, a 8 km al oeste de Ushuaia, un pequeño ferrocarril de trocha angosta se interna en medio de un impresionante paisaje de montañas y bosques, siguiendo el curso del río Pipo, cuyo nombre se debe a un osado delincuente que intentó huir a través de sus aguas. El viaje está plagado de historias como las de las antiguas locomotoras inglesas a vapor, que impulsan los carros de este tren que tienen nombres de mujer, recuerdos de algunos familiares presos.
Desde el Muelle Turístico, los catamaranes comienzan la navegación por el Canal Beagle llegando hasta la Isla de los Lobos y el Faro Les Eclaireurs
Desde el muelle turístico Eduardo Brisighelli parten los yates y catamaranes que navegan el Beagle. En estas aguas se juntan los océanos Atlántico y Pacífico y navegándolas se observa la ciudad en toda su extensión y, mejor aún, es posible acercarse un poco más al fin del mundo.
En hora y media de viaje, sin que el viento dé tregua, se pueden apreciar los bosques que crecen en los acantilados esculpidos por el viento, además de pasar por aquellos lugares que, durante el siglo pasado, vieron encallar los primeros barcos que se atrevieron a llevar grandes tripulaciones a la zona. Por aguas cada vez más inquietas, la bruma hace desaparecer las montañas, mientras el frío y los vientos recuerdan que se está al borde del mapa, en el extremo sur del planeta.
La navegación lleva hasta el alejado Faro Les Eclaireurs y las islas de Los Lobos y de Los Pájaros, en donde viven cormoranes.
Cormoranes
Estas aves acompañan gran parte del viaje de los turistas y, cuando el barco se acerca a su hogar, las aves los engañan posándose tan juntos y delgados que de lejos parecen una colonia de pingüinos. Si se está de suerte, los lobos marinos de más de dos metros de largo y unos 200 kilos de peso, se dejan ver nadando veloces y ágiles, como jugando junto a los barcos, echando por tierra su apariencia torpe fuera del agua.
Vista del Canal Beagle, desde uno de los miradores del Parque Bahía Lapataia. 

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