Polinesia Francesa
Islas ocultas de la polinesia
Podemos encontrar 118 islas, una más bonitas que otras, divididas
en 5 archipiélagos con características geográficas diferentes el
de las Islas de la Sociedad tiene 14 islas y cobija a las que han logrado mayor
renombre: Tahití, Bora Bora, Moorea, Huahini y Tetiaroa (La isla de Marlon
Brando). En su mayoría se trata de cayos de altas montañas cubiertas por
intensa vegetación, cascadas y decenas de playas. Los otros archipiélagos son
Gambier, Austral, Marquesas -donde vivió Paul Gauguin- y Tuamotu. Es en este último
donde el Bureau de Turismo de la Polinesia Francesa ha apostado sus fichas.
Un Gran Paraíso
Tuamotu es uno de los mayores archipiélagos polinésicos. Posee 76 islas
y atolones, en un área con más de 20 mil kilómetros cuadrados.
Es un mar inmenso por donde se lo mire y es justamente por eso que su
principal atracción está bajo el agua. Sobre la superficie, en cada una de sus
islas, solo hay una fina plataforma de coral que supera los 5 metros sobre el
nivel del mar. El suelo de los atolones no es de tierra sino de piedras
y polvo de coral tan blanco como la nieve. Aquí desafiando las leyes
básicas de la naturaleza, crecen resistentes cocotales y algunos árboles de
poca altura que proveen deliciosa sombra ante un sol ardiente e inclemente. Al
llegar allí se preguntara lo siguiente "¿Es este el paraíso?", el
agua es tan transparente que dan ganas de beberla.
Islas Tuamotu, Meca del buceo
Aquí la riqueza y diversidad de la fauna marina, radica en las
condiciones especiales que se dan en la plataforma del mar. Al interior de las
lagunas coralinas hay un mar tranquilo y abundante alimento proporcionado por
los corales, que permiten el desarrollo de las especies, debido a que no hay
grandes depredadores.
La naturaleza es sorprendente. Por la casi ausencia de arena en el lado
extremo de los atolones no hay partículas en suspensión que compliquen la
visión. El mar se transforma en una masa de cristal, en la que se puede
ver todo, hasta 100 mts de distancia. Bucear en el fondo de la plataforma de
coral es una experiencia sublime. Encontramos tortugas, tiburones martillo, mantarrayas,
meros, langostas, delfines y hasta ballenas en ciertas épocas del año. De
pececillo colorinches ni hablar. Con una máscara y un snorkel, pueden ser vistos
hasta en las playas de hoteles.
Los atolones son nada más y nada menos que un cráter de un volcán que sufrió
la erosión del viento, la lluvia y las olas durante millones de años. Lo que
alguna vez fue una montaña que escupía fuego, hoy es un fino anillo de coral,
que, un día desaparecerá cubiertos por las aguas. Los bordes de esa antigua
montaña todavía están debajo del mar y sus paredes descienden hasta profundidades
abismantes. Un día de buceo aquí es una visión que jamás se olvida.
Ranguiroa, la bella
Aquí
la infraestructura hotelera es de alto nivel, todo está rodeado de glamour.
Posee grandes posibilidades de paseos interesantes. Sobrevolar la isla,
encuentros con delfines, excursiones con lancha, buceo con máscara gualetas y
snorkel, y dejarse llevar por la corriente hasta el océano. Una sensación
deliciosa que permite una impresionante visión de jardín de coral que termina
en una abrupta quebrada.
Manihi, la solitaria
Manihi
comenzó su vida turística siendo la Meca del buzo en los años 90. Hoy sigue
siéndolo, pero se sumó una nueva beta: el turismo de lujo, al abrirse el Pearl
Beach Resort.
Aquí,
hay paseos en barco con fondo de vidrios. También puede comprar perlas de Guy
Huerta, un amable francés.
Fakarava, la salvaje
Si
usted está, con ganas de desaparecer y al mismo tiempo quiere olvidarse del
mundo, empaque y viaje al atolón de Fakarava. Fue una vez la Capital de las
Tuamotu y es el segundo mayor atolón de la Polinesia, después de Ranguiroa. Declarado reserva
de la biósfera por la Unesco. Destino obligado de los buzos. Rayas, delfines,
barracudas, meros, y tiburones grises de arrecife son vistos con gran facilidad
en el canal Garuae, el mayor de la Polinesia Francesa.
Tikehau, la sofisticada
Podría ser la cuarta opción de las Tuamotu se llama Tikehau
que quiere decir "llegada en calma" en idioma nativo. Su nombre le
hace justicia ya que la tranquilidad es impagable. Su paisaje se asemeja a una definición
de bucólico. El mar azul oscuro y los tonos que éste toma en la orilla al
mezclarse con arena coralina, los islotes o motus que hay alrededor y una visión
de 360 grados de la inmensidad del Pacífico construye a una sanación de
tranquilidad impagable.
Los habitantes de Tikehau lo harán sentirse en casa dando el
bonjour correspondiente, con una sonrisa franca y abierta. Para responder a tanta gentileza debe aprender dos palabras: marurú que
quiere decir gracias, y naná, una forma coloquial de decir chao. Paseara por
estas islas, se olvidara del mundo, y pensara que llego al "Paraíso”. Será
porque usted hizo todo para merecerlo nada más.
Fakarava es una isla alejada del ajetreo moderno. Sus playas vírgenes, de arenas blancas y rosadas invitan a la contemplación.
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