Antártica de Chile
Travesía incomparable
EL HOMBRE, en su deseo de descubrimiento
es incansable. Y esas ansias de conocer cada rincón de este mundo lo
llevan, en ocasiones, a regiones inhóspitas, insólitas y casi
imposibles. “Les presento la Antártica". Si piensa que por estas tierras o
hielos, hay sólo pingüinos y mucho frío, se queda corto. Es más, si cree que un
viaje al continente blanco es como pagar una manda pasando por privaciones,
incomodidades y monotonías, se llevará una tremenda sorpresa. El turismo
antártico crece y se sofistica cada día.
Venir hasta la Antártica es una expedición a los orígenes de
nuestro planeta, es una clase magistral sobre el cuidado que debemos
tener con el frágil ecosistema en que vivimos. Al pasar unos días en la
Antártica aprendemos no solo a diferenciar los ocho tipos de pingüinos que viven en
la región, identificar pájaros, saber sobre corrientes marinas, ballenas,
vientos, aventuras heroicas o de estadísticas sorprendentes. La mayor lección que
podemos obtener, es sobre nuestra propia capacidad de sorprendernos con
las maravillas que ofrece nuestra tierra.
A bordo del MS Nordnorge, navío
noruego llegaremos a la Antártica pasando, por las islas Falkland o Malvinas y
la Georgias del Sur. Si hay algo que los noruegos saben es sobre navegación. Al
final, por sus venas corre sangre vikinga, como la de Olaf. Ellos aprenden a
navegar antes de subirse a un triciclo. El barco tiene exacto 123,3 metros de
largo, otros 19,2 de eslora y 4,7 de manga. Para navegar aguas desafiantes como
las del paso Drake o las corrientes de la Convergencia Antártica, el motor
tiene que ser poderoso. Pero estamos confiados, el Nordnorge llega fácil a los
15 nudos de velocidad y su diseño aerodinámico incluye estabilizadores que, que
a su vez puestos a prueba, se han mostrados generosos en brindar una navegación
tranquila, inclusive en mares con olas superiores a 4 metros. Posee siete
pisos, excelente vista babor y estribor.
Historias y paisajes inolvidables
Al zarpar del puerto de
Buenos Aires.
Tenemos tres
días y medio de navegación hasta las Falkland o Malvinas.
Todos los
días hay charlas y filmes sobre diferentes temas todos relacionados de alguna
forma con el viaje y con lo que va a visitar: la vida de Roald Amundsen,
el conflicto bélico en Malvinas, geología Antártica o la odisea
de Sir Ernets Shacqleton, el último gran héroe del siglo XX. Este se
transformara en el gurú e inspiración durante el viaje ya que el Nordnorge
visitará prácticamente todos los sitios por donde este corajudo pasó en su afán
de salvar la tripulación del Endurance.
Navegando
hacia las Falkland, el Atlántico es bastante más pacífico que
nuestro Océano Pacífico. La primera parada es en la Isla Westpoint. Es,
también, el primer encuentro con la fauna austral.
En el sector
Nariz del Diablo, miles de albatros, pingüinos y otras aves anidan en la paz
que brinda este remoto punto del planeta. El rey es aquí es el pingüino
Macaroni; con su peinado tipo punk y su gracioso caminar cautiva a la
silenciosa platea. Los expedicionarios vibran con esta primera experiencia de
contacto con la naturaleza.
La cantidad
de aves que se ven en Westpoint impresiona a cualquiera, la vista de New Island
es aún más sorprendente. En un acantilado al borde del Atlántico Sur, una
colonia de aves de las más diversas, anida y empolla sus huevos. Estar a poca
distancia de un albatros sobrecoge. Pueden alcanzar los tres metros con las
alas abiertas.
Llegar a
Puerto Stanley produce algo indescriptible en quien recuerda los días de la
odiosa guerra entre argentinos y británicos. Caminar por las calles de la
pequeña ciudad es sentirse en alguna villa interior de Inglaterra. El pequeño
museo de la villa resume la historia de Kelper (la palabra Kelper viene de las
algas llamadas Kelp, un huiro que se da profundamente en la región) desde su
descubrimiento pasando por su colonización.
En la ruta de Shackleton
Dos días sobre un Atlántico calmado.
Se llega a Fortune Bay, en la isla Georgia del Sur, donde la industria
ballenera tuvo gran actividad. Los noruegos estuvieron instalados por años pero
Fortune quedó intacta no hubo asentamiento humano. Hoy la bahía es dominada por
elefantes y leones marinos, focas y un gran número de aves, como Skuas y el
Petrel Gigante.
Aunque el animal más fotografiado en
la isla es el Pingüino Rey. El color amarillento de su cuello,
su porte aventajado y su postura imponente no deja duda sobre su estirpe.
Si ve un alce no piense que esta
alucinando. Estos bellos animales fueron introducidos hace muchos años, para la
caza y los poblados balleneros.
Cuando termino la matanza de
ballenas acabo la existencia de vivir allí. Al visitar las instalaciones de
Leith Harbour, Husvik, Stromness y Grytviken nos imaginamos la poderosa
industria que existía sobre las ballenas. El museo dedica una parte a Shackleton,
que está sepultado en este poblado. ¿Su hazaña? Un ejemplo de persistencia,
compañerismo y lealtad con sus tripulantes. Junto a sus 27 hombres, después de
perder el barco Endurance en el mar de Wedell, vivió en témpanos de hielo,
navegó por mares violentos hasta isla Elefante, salió con cinco compañeros de
esa isla para enfrentar nuevamente ese mar en un simple bote, por más de 1.500
kilómetros y llegar a pedir ayuda.
Sin duda merece mucho más que un
espacio en el museo.
Llegando a los hielos
El viaje continúa navegando por el
Mar de Scotia, para luego cruzar la Convergencia Antártica, considerada una de
las grandes zonas físicas y biológicas del planeta. Los iceberg ya son
presencia común en el paisaje, el termómetro ha bajado 20°C. Se demora dos días
en llegar a isla Elefante desde la Georgia del Sur.
Shackleton hizo este trayecto en 17
penosos días, en un bote de no más de seis metros. Y estaremos frente al
roquerío cubierto de hielo con paredes casi verticales donde 22 hombres de
Shackleton esperaban rescate. Fue
aquí que llego el remolcador Yelcho, al mando del capitán Luis Pardo, con
Shackleton y dos de sus compañeros, después de varios meses y cuatro tentativas
de rescate en otras naves.
Los pasajeros del barco salen
a cubierta y observan silenciosos este hito de la historia y el coraje de la
raza humana, el capitán del Nordnorge hace sonar tres veces su sirena, en
homenaje a Pardo y los hombres del Endurance. Es difícil no emocionarse y
sentirse orgulloso de esta hazaña, más aún al ver el monolito con el gusto de
este marino chileno en esas inhóspitas latitudes. Aquí llegaron los hombres del
Endurance después de pasar 497 días sin pisar tierra, viviendo en pedazos de
hielo, a la deriva por el Mar del Wedell. Estuvieron allí desde el 14 de abril
hasta el 14 de agosto de 1916.
Cabe señalar que el Endurance zarpó
de Londres el 1 de Agosto de 1914.
Fueron dos años de pavorosa
aventura.
El mayor orgullo de Shackleton fue,
siempre, no haber perdido ninguno de sus hombres en esta odisea.
Ya en aguas Antárticas en la isla
Rey Jorge, hogar de pingüinos adelie, cormoranes imperiales, focas de Wedell y
elefantes marinos.
La navegación continúa por entre
hielos, montañas cubiertas de nieve, canales de tranquilos con aguas de espejo,
escenarios absolutamente cautivantes. Canal Errera, Danco, Curveville y Ringé
Island, Neko Harbour, canal Lemaire. A lo lejos se divisa la base chilena
González Videla. Pero hay un lugar que será muy difícil de olvidar. Bahía
Paraíso.
Al desembarcar los pasajeros deben
usar botas de goma que facilita el navío y son desinfectadas antes y después de
la expedición. Al visitar la base Verdnadskiy se pueden comprar "matrioskas"
de pingüino.
El último lugar de ser visitado es
Isla Decepción, tal vez el único volcán activo del mundo al cual se puede
penetrar desde un navío. Su última erupción fue en 1970 y destruyó la
completamente la Base Chilena Pedro Aguirre Cerda.
18 días dura esta exploración por la
aguas Antárticas, quien tiene espíritu aventurero diría que tuvo gusto a poco.
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