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Punta Arenas

La ciudad que mira al estrecho de Magallanes.
Es la última ciudad del continente. Es la urbe de inmigrantes, del viento y de las cuatro estaciones en un solo día.
La ciudad más austral de Chile tiene encantos que pueden hacer regresar mil veces. Más aún en invierno, cuando se suma el atractivo de la nieve.
QUIEN COME CALAFATE HA DE VOLVER A LA TIERRA DEL FUEGO. Después así reza la antigua leyenda del originario pueblo magallánico aónikenk, más conocidos como los gigantes patagones. Pero basta visitar una vez la austral Punta Arenas para darse cuenta que tiene encantos como para regresar una y mil veces, haya comido o no el dulce fruto del calafate. Y es que la capital de la Duodécima Región es más que las Torres del Paine y paisajes coloreados por interminables rebaños de ovejas taciturnas.

Hablar de Punta Arenas y el Cabo de Hornos significa rodearse por un paisaje que sobrecoge por sus contrastes y amplitud. Esta ciudad, puerta de entrada a la Antártica, es la única ciudad del mundo que permite disfrutar del sky y el patinaje sobre hielo con vista al mar, visitar reservas de pingüinos, realizar excursiones al histórico Fuerte Bulnes o aprovechar las ventajas comerciales de su zona franca.  
La ciudad misma se transforma en épocas de invierno, en un centro de interés para el turista. La nieve y el hielo son algunas de las atracciones. A ello se suma la exquisita gastronomía.
Punta Arenas fue fundada en 1948 a raíz del traslado de la po



blación desde el Fuerte Bulnes (Ubicado a 60 kms del sur de la ciudad), hasta su actual ubicación llamada Sandy Point (Punta Arenosa) en las cartas náuticas levantadas por las expediciones inglesa. Desde entonces, esta capital del fin del mundo se ha potenciado como parada obligada de los navegantes del ESTRECHO DE MAGALLANES y punto de partida de las expediciones antárticas a nivel mundial.
El centro urbano mantiene la estructura tradicional de las ciudades chilenas, con una plaza de armas, donde se emplaza la Municipalidad, la catedral, el correo, algunas entidades públicas, el Palacio Sara Brown (Museo de visita obligada para quienes van por primera vez) y el tradicional hotel Cabo de Hornos. En la plaza, añosos árboles de hojas perennes acompañan el monumento a Hernando de Magallanes y para que se cumpla el deseo de volver, los turistas se acercan a (Besar el pie del indio), que se encuentra reclinado en la base de piedra del monumento. Esto, más el calafate son garantía de un pronto retorno.
Basta caminar algunas cuadras para conocer la verdadera Punta Arenas.
El frío es parte de la esencia del puntarenense y aún con el termómetro en cero la ciudad bulle de alegría.
Para apreciar la panorámica de la ciudad y de Cabo de Hornos se recomienda visitar el Cerro de la Cruz, desde donde se pueden ver los característicos techos de colores rojos, azules y amarillos, y las calles que descienden en pendiente hasta confundirse con el Estrecho. En el horizonte, si está despejado podrá avistar TIERRA DEL FUEGO, el MONTE SARMIENTO y el área sur de la PENISULA DE BRUNSWICK. Si está atardeciendo, tendrá la suerte de apreciar las iluminadas calles de Porvenir, al otro lado del Estrecho.
Si decide caminar un poco puede bajar por la calle Señoret hasta avenida Colón.
Al doblar hacia la izquierda verá un camino empedrado desde el tiempo de la colonización que lo llevará hasta la cima norte del CERRO DE LA CRUZ, donde se puede apreciar la otra mitad de la ciudad. El sector industrial, el barrio Hortícola, la zona franca, el cementerio y si las condiciones lo permiten, hasta el aeropuerto.
Hasta el sector sur, la laguna congelada del parque María Beheti donde se puede practicar patinaje en hielo, paseos en trineo.
Punta Arenas es una de las ciudades rodeada por el mayor número de reservas naturales: Isla Magdalena, reserva Nacional Alacalufes, la Reserva Nacional Laguna Parrillar.   

Estancia San Gregorio
Fuerte Bulnes

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